Viajando Ligero / ¿Estrellas o diamantes?
Una vez más, la Secretaría de Turismo se puede hacer responsable de determinar cuántas estrell...
Jimm Budd | (03 febrero 2013)
Una vez más, la Secretaría de Turismo se puede hacer responsable de determinar cuántas estrellas merece un hotel; esa labor la abandonó hace casi 20 años asignándola a los hoteles mismos. Pero ahora tenemos una "casi" nueva Ley de Turismo, publicada en 2008, en espera de que se dicten reglamentos para que surta efecto. Entre esos reglamentos se cuenta el requisito de que la Sectur debe decidir cuán elegante o no es un hotel, e indicarlo con estrellas. Y eso es una tarea monumental.
Cuando Miguel de la Madrid vivió en Los Pinos, el Secretario de Turismo, Antonio Enríquez Savignac, tuvo la idea de clasificar a los hoteles de todo el País. Se les distinguió entonces, como generales de ejército, con estrellas.
El máximo eran cinco estrellas, aunque don Antonio permitió que algunos fueran mejores que eso y les asignó estatus de gran turismo. Es decir, seis estrellas. Las tarifas autorizadas en cada hotel dependieron del número de estrellas concedidas.
Y como alguien bien predijo, los problemas ahí no pararon. A nivel internacional, cualquier alojamiento que incluyera un cuarto de baño y una pantalla de televisión califica para una estrella. En México, por cinco estrellas, se esperaba mínimo minibar, la ayuda de maleteros y conserjes, servicio a la habitación a cualquier hora, más y más. Pero hubo otras dificultades. Las habitaciones quizá estaban alfombradas, pero con tapetes desgastados y manchados; las comidas podían no ser muy buenas. Incluso, hubo rumores de que inspectores de la Sectur estaban dispuestos a dar al hotel una determinada categoría a cambio de alguna recompensa.
Cuando Carlos Salinas de Gortari escogió a Pedro Joaquín Coldwell como Secretario de Turismo, éste pidió a la American Automobile Association (AAA) asumir la tarea de clasificación. Con la AAA haciendo lo propio en México, con inspectores bien pagados, el político decidió ampliar los servicios de la asociación y publicar una guía en español. Sólo que la AAA, en lugar de estrellas utiliza diamantes. Los funcionarios no se dieron cuenta que a algunos hoteleros no les pareció que extranjeros decidieran cuántas estrellas o diamantes merecían sus propiedades.
Fue Jesús Silva Herzog, durante el mismo sexenio, quien asignó el sistema de categorización a los hoteleros mismos.
Ninguno reclamó menos de tres estrellas. Hasta las cadenas que designan sus propiedades menos caras con la palabra "inn", las promueven con términos como "comodidad de cinco estrellas a precios de cuatro estrellas". En la Internet hay una amplia selección de hoteles de una y dos estrellas, pero dudo que sus gerentes estén contentos con esas designaciones.
La AAA sigue inspeccionando hoteles en México hasta la fecha, pero sólo a aquellos que están de acuerdo en ser revisados. Los diamantes de AAA son más confiables que las estrellas, de acuerdo con muchos viajeros. Un diamante indica que un lugar es limpio y seguro, además de cumplir con las normas mínimas de comodidad. Cinco diamantes dicen, entre otras cosas, que es un alojamiento muy caro.
Si se prefieren estrellas, Michelin publica una Guía Verde para México y Forbes se ha hecho cargo de la Mobil Travel Guide. También está la American Academy of Hospitality Sciences, que premia con estrellas y diamantes, pero cobra. A cambio, genera publicidad y sólo invita a participar a establecimientos realmente lujosos.
La Secretaría vuelve a estar en la jugada, será un gran desafío. La industria de la hospitalidad ha cambiado. Un cuarto de siglo atrás, la Sectur tuvo que establecer lo que llamó "categoría especial" para los hospedajes que fueron, así, especiales, en una época en la que las casitas de Las Brisas de Acapulco carecían de televisión. Entonces, bajo esos estándares, muchos hospedajes de hoy no tendrían derecho ni siquiera a media estrella. Hoy contamos con tantas categorías, hasta de siete estrellas (el Burj Al Arab, en Dubai), gran turismo, boutique...
¿Qué tiene que hacer un viajero confundido? Aun cuando las estrellas del hotel se conviertan en denominaciones oficiales, no revelan mucho. Cinco diamantes de la AAA me pueden indicar que se trata de un lugar excepcional, pero yo prefiero algo más pequeño y acogedor. En lugar de estrellas o diamantes, yo dependo de la información que se puede hallar en la red o en la asesoría de los agente de viajes, ellos son verdaderamente cuidadosos con sus recomendaciones. Dar un buen consejo es un buen negocio.
jimm@jimmbudd.com
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